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Concepción del maestro y el alumno

Concepción del maestro y del alumno
El profesor. El profesor, con base en la diversidad de los estudiantes, ya sea por el nivel diferencial del desarrollo humano, por la diversidad de conocimientos, de habilidades cognitivas, de estratégicas, de expectativas o de motivos, crea un clima propicio para que el alumno experimente autonomía y competencia. También está atento para atribuir valor a los éxitos basados en el esfuerzo, para percibir el enriquecimiento y el control de los procesos de aprendizaje y con ello mejore la autoestima y la concepción que de sí mismo tienen los estudiantes (Alonso 1991; Fierro 1990). Desde este enfoque el docente se compromete a planear experiencias sustanciales que promuevan nuevos aprendizajes (por recepción, por descubrimiento, estratégico, autónomo o guiado), para inducir, potenciar o desarrollar habilidades cognitivas y metacognitivas. El profesor tiene el desafío de favorecer en el estudiante habilidades intelectuales y estratégicas para se conduzcan favorablemente ante cualquier tipo de situaciones de aprendizaje, así como para crear espacios para que apliquen los conocimientos adquiridos en situaciones nuevas.
El profesor parte de la idea de un alumno activo que aprende significativamente, que puede aprender a aprender y que puede pensar. La acción docente se orienta a enseñar a pensar, con este fin, el maestro fomenta que los alumnos exploren, experimenten, solucionen problemas y reflexionen. El papel del docente, se centra en la elaboración y organización de experiencias didácticas para lograr esos fines. Para hacerlo posible, es necesario que el docente tenga el dominio pedagógico para que su actuación en el aula esté diseñada con experiencias y contenidos significativos, por ejemplo: arreglo lógico de ideas, claridad en su expresión, estructuración adecuada, instrucciones pertinentes y claras. Es necesario que haga uso de estrategias cognitivas de enseñanza: resúmenes, analogías, ejemplos, mapas conceptuales, interrogantes, por ejemplo; es preciso que otorgue espacio a las actividades que surjan de las inquietudes de los alumnos y, entre otros, es indispensable que proporcione apoyo y retroalimentación continuas.

Por otra parte, estudios cognitivos sobre el pensamiento docente han abierto una línea de investigación sobre las teorías implícitas, las creencias y los valores docentes que expresan durante los momentos de planeación, cuando toman decisiones en el aula o cuando reflexionan sobre su práctica educativa (Ver Capítulo 9, sobre el Pensamiento Docente).
El alumno. El alumno es considerado como un sujeto activo de su propio aprendizaje que procesa información y que posee competencia cognitiva para aprender. Si el profesor lo considera así, eventualmente apoyará el desarrollo de nuevos aprendizajes y de inéditas competencias cognitivas.
Entre las competencias cognitivas del alumno se encuentran las siguientes (Alonso 1991, Brown 1975, Genovard y Gotzens 1990 y Pozo 1990):
a) Procesos básicos de aprendizaje: atención, percepción, codificación, memoria y recuperación de la información.
b) Conocimientos previos: hechos, conceptos, habilidades, destrezas y valores.
c) Estilos cognitivos. Los estilos cognoscitivos son las formas de orientación que tienen los alumnos para emprender las tareas de aprendizaje. Para Entwistle (1987), los estudiantes pueden involucrarse de manera superficial (aprender mecánicamente para aprobar el examen) o de manera profunda (aprender de manera significativa, buscando más información del tema); otros pueden actuar de manera estratégica (planeando cómo lo van a hacer, qué materiales, qué actividades usarán. Esto requiere habilidades de autorregulación o metacognición).
d) Atribuciones. Las atribuciones son las explicaciones que los alumnos elaboran para dar cuenta de sus éxitos y fracasos en la escuela. De acuerdo con Weiner (1986, en Woolfolk, 1999), el locus (lugar) de control puede ser externo o interno. Si es interno lo atribuirán a su esfuerzo, a su capacidad, a su disposición; si lo atribuyen a algo externo, dirán que no le caen bien al profesor, que el examen estuvo difícil, que no tuvieron suerte. De aquí se generan expectativas diversas. Sin duda, cuando el locus es interno hay mayor probabilidad para cambiar.
e) Conocimiento metacognitivo. Es el conocimiento que tiene el alumno de sus propios procesos cognoscitivos y de sus habilidades estratégicas con la idea de mejorarlas.

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