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Características sociodemográficas, consumo de drogas, depresión y juego patológico en un grupo de mujeres de Punta Umbría (Huelva): Un estudio descriptivo

Características sociodemográficas, consumo de drogas, depresión y
juego patológico en un grupo de mujeres de Punta Umbría (Huelva):
Un estudio descriptivo


un grupo de 308 (8-73 años) mujeres sobre el juego de
apuesta y el juego patológico, medido con el SOGS en el
caso de las adultas y con el SOGS-RA en el caso de las
menores de edad. Los datos nos indican que el 93,8% de
las mujeres no tendrían problemas con el juego, el 3,6%
tendría problemas leves y el 2,6% podría ser considerada
jugadora patológica. El 54,6% de las mujeres con problemas
leves y el 37,5% de las probable jugadoras patológicas
presentarían una puntuación en depresión de moderada o
grave. En las jugadoras adultas con problemas leves el
33,3% de los casos probablemente serían alcohólicas y el
16,7% de las agrupadas como probable patológicas. Si bien
con los estudios realizados hasta la fecha no se puede establecer
un perfil de la mujer jugadora, dada la escasa información
específica, los datos sí nos indican la necesidad de
profundizar en el conocimiento sobre las características
con las que el juego de apuesta se presenta en la mujer.
Palabras Clave: Mujer, juego patológico, depresión, alcoholismo.




Title: Sociodemographic characteristics, use of drugs, depression
and pathological gambling in a group of women
from Punta Umbría (Huelva-Spain): A descriptive study.
Abstract: The paper is a presentation of the results obtained
in a group of 308 women (8-73 years) about gambling
and pathological gambling, measured with the SOGS
in the case of the adults and SOGS-RA in the case of those
under age. The data indicates that 93,8% of the women
would not have gambling problems, 3,6% would have
slight ones and 2,6% could be considered pathological
gamblers. 54,6% of the women with slight problems and
37,5% of the probable pathological gamblers would suffer
from moderate or severe depression. 33,3% of the adult
gamblers and 16,7% of those considered pathological
would probably be alcoholics. Although it is impossible to
establish a profile of the woman gambler from the studies
carried out up to now due to the lack of specific information
the data does indicate the necessity of deepening our
knowledge of the characteristics that gambling shows in
women.
Key Words: Woman, pathological gambling, depression,
alcoholism.
Introducción
El juego patológico fue reconocido oficialmente
como entidad nosológica de salud mental en
el año 1980 cuando se incluye en la tercera edición
del Manual Diagnóstico y Estadístico de
los Trastornos Mentales (D.S.M.) (APA, 1980).
En él, los criterios diagnósticos del juego patológico
aparecen reflejados entre los trastornos
de control de impulsos no clasificados en otras
categorías o trastornos residuales. El rasgo básico
que caracteriza al jugador patológico es
"un fracaso crónico y progresivo en la capacidad
de resistir los impulsos a jugar y de la con-
Dirección para correspondencia: Félix Arbinaga
Ibarzábal. Centro de Psicología Clínica. C/ José Fariña
56 – 5ºc. 21006 Huelva (España).
ducta de jugar, fracaso que compromete, altera
o lesiona los intereses personales, familiares y
vocacionales" (APA, 1987, 388). En el
D.S.M.III-R (1987) se centra el interés en aspectos
como los síntomas fisiológicos de la
abstinencia y tolerancia. Por su parte, la cuarta
versión del DSM (APA, 1995) mantiene que la
característica esencial del juego patológico "es
un comportamiento de juego, desadaptativo,
persistente y recurrente" y se han de cumplir al
menos cinco de los criterios indicados en la
Tabla 1.
Shaffer, Hall, Vander (1997) agrupan a los
jugadores en tres niveles, que bien pudieran representar
un continuo de incremento en las
conductas de jugar y los problemas asociados.
Nivel 1.- juego social o recreacional sin consecuencias
significativas. Nivel 2.- juego con problemas
moderados y Nivel 3.- conductas de go que resultan en múltiples problemas y es
consistente con los criterios del DSM. Por su
parte, Ochoa y Labrador (1994) proponen cuatro
grupos de jugadores: los jugadores profesionales,
los jugadores sociales, los jugadores problemas
y los jugadores patológicos.
En nuestro país, los principales estudios epidemiológicos
sobre el juego patológico se iniciaron
al comienzo de los noventa, tanto en adultos
como en menores (Tabla 2).





Si bien los estudios, como vemos, resultan
escasos, en comparación a otras áreas de interés,
este problema se acentúan cuando intentamos
conocer más de cerca las características de la
mujer jugadora. Este fenómeno ya lo puso de
manifiesto Mark y Lesieur (1992) en su crítica
feminista a la investigación del juego patológico;
asumiéndose que la mujer jugadora no se diferenciaba
de los hombres en este ámbito (Ettorre,
1989). Esto era así, debido a que los resultados
tendían a generalizarse a partir de muestras que
estaban compuestas principalmente, o de manera
exclusiva, por hombres y cuando se consideraba
a la mujer era en menor número que el
grupo de varones (Mark, Lesieur, 1992). Esta
tendencia parece que lentamente comienza a
cambiar con trabajos sobre grupos de mujeres
que pretenden conocer cómo responden a diversas variables de juego ya estudiadas en los varones
(Coventry, Constable, 1999).
En nuestro país, el panorama es similar al internacional,
se tiende a dar un dato global sobre
prevalencia en función del sexo y, sin embargo,
el bloque principal de la información suele presentarse
de manera conjunta, sin tener presente
las características específicas relacionadas con el
sexo. Así, como ya hemos indicado, hay que
considerar que existen diferencias relacionadas
con el género en patologías clínicas (depresión,
ansiedad...), de consumo de drogas etc.. aspectos
éstos que presentan una alta comorbilidad con
las alteraciones en las conductas de jugar. Todo
ello, junto al hecho de que las mujeres suelen
demandar tratamiento en menor número
(Echeburúa, 1992; Ocho, Labrador, 1994) y aún
existe una consideración del jugador como "vicioso",
saliendo más perjudicada la mujer en tal
consideración social (Villorria, 1999) hace que se
vea como necesario aumentar el conocimiento
que se tiene sobre la entidad nosológica de la
que tratamos en el grupo de mujeres.
Partiendo de esta base, el objetivo que contemplamos
es realizar una primera aproximación
a la caracterización de la mujer con problemas
en los juegos de apuestas. Así mismo, señalar
como objetivo el de llevar a cabo un acercamiento
a las relaciones entre el uso de drogas, la
depresión y los problemas con el juego de riesgo
en el grupo de mujeres que hemos tomado como
referencia en el municipio de Punta Umbría
(Huelva). En última instancia, el objetivo siempre
es el de acercarnos a la realidad de un fenómeno
poco estudiado de manera específica en
un grupo poblacional tan relevante como el que
tratamos.
Método
El trabajo se realizó en la población de Punta
Umbría (Huelva). La provincia de Huelva presentaba
una población censal de 452.822 personas
(Instituto Nacional de Estadística, 1996). El
municipio de Punta Umbría, por su parte, reflejaba
una población de 10.888 personas, situándose
entre los diez términos municipales de mayor
población de la provincia (n=79), y perteneciendo
a una de las zonas, la de costa, que resulta
en una de las de mayor densidad en habitantes.
En el censo se puede observar que el
49,04% son mujeres y el 79,12% de la población
es menor de 50 años.
El período durante el que se procedió a la recogida
de la información fue el que medió entre
el 2 de octubre y el 1 de noviembre de 1.999. Las
horas sobre las que se trabajaba eran entre las
17:30 a 21:30. Durante las mañanas se actuaba
sobre los colegios y el instituto. Hay que señalar
que durante cinco días (del 16 al 20 de octubre)
se realizaron entrevistas a domicilio por la mañana,
especialmente para poder acceder a determinados
grupos con ciertas edades (Arbinaga,
2000).
Para la recogida de información se realizó un
muestreo estratificado, proporcional aleatorio,
considerando el criterio de clasificación la edad y
el sexo. El error establecido para la determinación
del tamaño muestral es de + 4% (e = 0,04) y
un nivel de confianza del 95,5% (Tagliacarne,
1962), esto hace que el número de personas requeridas
para caracterizar a la muestra para una
población como la comentada sea de 588 sujetos.
Una vez recogida la información, la muestra quedó
compuesta por 616 individuos, con edades
comprendidas entre los 8 y los 79 años. Nosotros
presentaremos los datos obtenidos en el grupo
de mujeres y que resultaron ser un total de 308,
con edades comprendidas entre los 8 y los 73
años. Dicha presentación nos podrá servir como
una primera aproximación y base para el estudio
posterior del fenómeno de referencia en el grupo
de población indicado, aun siendo conscientes de
las limitaciones que se nos presentan en la generalización
de los resultados a todas las mujeres.

La recogida de información fue realizada mediante
autoinformes. Los datos que se recogieron
fueron: datos sociodemográficos, datos sobre
juego, datos sobre uso de drogas y datos sobre
depresión.

El uso de drogas se busco caracterizar mediante
una pregunta de opción múltiple sobre el
uso de ocho tipos de sustancias (porros, alcohol,
alucinógenos, tabaco, cocaína, heroína, anfetaminas,
tranquilizantes) y la frecuencia de uso
(nunca he probado, he probado pero ahora no consumo, actualmente varias veces al mes, actualmente
varias veces a la semana, todos los días).
Para el consumo de alcohol, en las adultas,
además, se recurrió al Cuestionario Breve de Alcoholismo
(Feuerlein, 1976). Rodriguez-Martos
(1986) observa una sensibilidad del 97,1% y una
especificidad del 87,1%, en su validación original,
coincidiendo en un 97,1% con el diagnóstico
efectuado con el Münchner Alkolismus Test
(MALT) (Feuerlein, 1977) en el mismo grupo de
sujetos. Para la muestra de alcohólicos la correlación
entre ambos fue de 0,740 (alfa = 0,01) y
en la muestra de no alcohólicos ésta fue de 0,418
a igual alfa (Rodriguez-Martos, 1986). Aceptando
el punto de corte original (6 puntos) la versión
castellana presenta una sensibilidad del 96%
y una especificidad del 100%. Con un valor umbral
de 5 puntos la sensibilidad y la especificidad
se situarían en el 98%. Situando a este nivel el
punto de corte, la eficacia diagnóstica (EF = Se
+ Sp) sería de 196 idéntica la obtenida con 6
puntos pero mayor sensibilidad. Entre sus aplicaciones
se ha propuesto para estudios en grandes
poblaciones presuntamente sanas (Rodriguez-
Martos, 1986).
La información relativa a los juegos de
apuesta se llevó a cabo en el grupo de adultas
mediante el South Oask Gambling Screen (Lesieur,
Blume, 1987) en su versión adaptada a la
población española por Echeburúa, Báez, Fernández-
Montalvo y Páez (1994). Su sensibilidad
es del 100% y su especificidad es del 98%
(Echeburúa, Báez, Fernández-Montalvo, Páez,
1994). La versión para población española
muestra que el coeficiente de fiabilidad testretest
(a cuatro semanas) fue de 0,98 (p<0,001)
La consistencia interna obtenida mediante el coeficiente
alfa de Cronbach en la muestra total de
sujetos era del 0,94. En cuanto a la validez convergente
se ha establecido una correlación biserial
puntual entre las puntuaciones del SOGS y
la existencia o no de juego patológico, dicha correlación
es de 0,92 (p<0,001) (Echeburúa, Báez,
Fernández-Montalvo y Páez, 1994).
En el grupo de menores la medición sobre
las variables del juego se llevo a cabo con el
SOGS adaptado a la población adolescente
(SOGS-RA de Winters, Stinchfield y Fulkerson,
1993) dicha versión aún se encuentra en
fase experimental y los autores no aportan información
sobre su capacidad para identificar y
clasificar correctamente a los jugadores patológicos
adolescentes, aunque ya se comienzan a
ver estudios con tal instrumento como medida
del juego en la población adolescente (Westphal,
Rush, Stevens, 1998), para ampliar información
sobre la evaluación, a través de distintos
instrumentos, del juego patológico en adolescentes
remitimos al lector al trabajo realizado
por Secades y Villa (1998).
Por último, se les requería información sobre
los tipos de juegos y las motivaciones que reconocían
tener para jugar (para ganar dinero, para
entretenerse, por que lo hacen los/as amigos/as,
por las sensaciones obtenidas con el juego, para
olvidarse de problemas o por que no pueden dejar
de jugar una vez que han comenzado) siendo
las posibles respuestas: siempre, casi siempre,
50% de las veces, pocas veces y nunca.
La depresión en las mujeres adultas se caracterizó
sobre la base del Inventario para la
Depresión de Beck (B.D.I.) (Beck, Rush, Shaw,
Emery, 1979). El equipo de Aaron Beck encuentra
una consistencia interna media de 0,86 para
pacientes psiquiátricos y de 0,81 para sujetos no
psiquiátricos. Respecto a su validez concurrente
informan de una correlación media con la Escala
de Hamilton para la depresión de 0,73 para pacientes
psiquiátricos y de 0,74 para sujetos no
psiquiátricos. Con respecto a esta versión Vázquez
y Sanz (1997, 1999) obtuvieron un coeficiente
de fiabilidad test-retest de 0,65 a 0,72 y un
alfa de Cronbach de 0,82.
Para el grupo de las menores se utilizó el
Children`s Depression Inventory (C.D.I.) (Kovacs,
Beck, 1977). Los coeficientes alfa de
Cronbach con muestras españolas varían de 0,79
(Frías, del Barrio y Mestre, 1991) a 0,92 (Polaino-
Lorente, García-Villamisar, 1993) y con
muestras extranjeras de 0,80 a 0,94 (Saylor,
Finch, Spirito y Benet, 1984) mostrando consistencia
interna satisfactoria (Mendez, 1999). El
rango de fiabilidad test-retest oscila de 0,38 a
0,87 (Saylor, Finch, Spirito y Benet, 1984).
Por lo que a la validez se refiere, la prueba
discrimina a niños con y sin depresión (Lovobits,Handal, 1985). También correlaciona positivamente
con otros autoinformes: 0,81 en Asarnow,
Carlson (1985); 0,84 en Rotundo, Hensley (1985)
y 0,44 en el trabajo de Weisman, Orvaschel, Padian
(1980).
Resultados
Del trabajo realizado se desprende que el 6,2%
de las mujeres presentarían algún problema con
el juego de apuesta, en sus dos categorías, porcentaje
muy inferior al reflejado por los varones
(14,3%) (ver Tabla 3).
Tabla 3: Prevalencia del juego patológico en Punta Umbría
(Huelva).
N=616 Total Sin J.Probl. J. Patol.
8-79 años. Problemas
Mujeres 50% 93,8% 3,6% 2,6%
Hombres 50% 85,7% 9,1 5,2%
J.Probl.- Jugador con Problemas Leves.
J.Patol.- Probable Jugador Patológico.
Considerando el tipo de juego entre las jugadoras
patológicas, mayores de 18 años, vemos
que alguna vez han jugado en los 12 últimos meses
a las Loterías (100%), el Bingo (100%) y las
Máquinas Tragaperras (16,7%). Para las jugadoras
con problemas leves se repiten las Loterías
(100%), el Bingo (100%), las Máquinas Tragaperras
(66,7%) y las Cartas (33,3%)
Si el grupo es el de las menores de 18 años
veríamos que los juegos se reparten por igual en
las preferencias entre las que pudieran presentar
una probable patología y son: las Cartas (50%),
Cara/Cruz (50%), Bingo (50%), Dados (50%) y
Rascar Cartones (50%). Para las jugadoras con
problemas leves dominan las Máquinas Tragaperras
(75%) y Rascar Cartones (75%), seguidas de
las Loterías (62,5%), el Bingo (50%), las Cartas
(25%), los Dados (37,5%) y en el 12,5% de los
casos reconocen haber jugado a Cara/Cruz alguna
vez en el último año.
Si las respuestas a la motivación reconocida
para jugar la agrupamos en dos posibles niveles
(Nunca o Alguna vez) veríamos que todas las
jugadoras patológicas alegan jugar para ganar dinero
o para entretenerse y un 75% lo haría alguna
vez por las sensaciones obtenidas y otro 75%
por que no puede dejarlo una vez que han comenzado
a jugar. Un 62,5% de este mismo grupo
reconocen hacerlo alguna vez para olvidarse
de los problemas. En el caso de las mujeres con
problemas leves con el juego las principales motivaciones
siguen siendo, aunque en menor medida,
las de entretenerse (81,8%), ganar dinero
(72,7%), por que lo hacen los/as amigos/as
(54,5%) y para olvidarse de los problemas
(54,5%)
Si nos fijamos en las características sociodemográficas
de las mujeres jugadoras veríamos
que el 33,3% de las mujeres con problemas leves
dicen estar casadas y el 66,7% solteras; estos porcentajes
se invierten si hablamos del grupo de
probables jugadoras patológicas, donde el 83,3%
de las mismas reconocen encontrarse casadas y
un 16,7% estar separadas o divorciadas. En la
Tabla 4 realizamos un breve resumen de diversas
variables, donde destacamos el bajo nivel formativo
de las mujeres con problemas de juego y la
temprana edad con la que se manifiestan las alteraciones
con el juego.
Cuando buscamos la información sobre el
uso de drogas (Tabla 5) destacan los datos de
tabaco y alcohol. Para esta última sustancia medida
con el C.B.A y en el grupo de las adultas
veríamos que el 16,7% de las mujeres que pudieran
considerarse como probables jugadoras patológicas
serían consideradas con un probable
alcoholismo. Con tal consideración veríamos
también al 33,3% de las mujeres del grupo con
problemas leves de juego y al 3,3% de aquellas
que no presentarían ningún problema con las actividades
de apuestas.

Por último, queremos señalar que cuando
recogemos datos sobre alteraciones en el estado
de ánimo éstos nos indican que el 37,5% de las
mujeres con una probable patología y el 54,6%
de las mujeres con problemas leves de juego
puntuarían en depresión de forma moderada o
grave (Tabla 6). Considerando las respuestas al
ítem de suicidio de las escalas utilizadas nos llama
la atención que el 12,5% de las jugadoras patológicas desearía suicidarse y el 37,5% lo hapensado aunque no llegaría a hacerlo; este porcentaje
es mayor para el grupo de los problemas
leves









Así mismo, hemos señalado el bajo nivel
formativo y el peso que tiene el grupo de amas
de casa entre aquellas que presentan algún problema
en sus relaciones con el juego.
Los datos que hemos venido reflejando, a
pesar de presentar ciertas limitaciones metodológicas
para su generalización, ya que el grupo se
extrae de una muestra mayor y representativa de
la población general y no sólo de las mujeres,
nos han de hacer pensar en líneas de investigación
específicas centradas en las características
de la mujer jugadora; ya que la literatura existente,
en otras áreas del conocimiento, nos deja
constancia de importantes aspectos diferenciales
entre los sexos en muy diversas áreas clínicas y
epidemiológicas, y sería de suponer que tales diferencias
se vean reflejadas en los comportamientos
relacionados con el juego manifestado
por las mujeres.
Somos conscientes que estos datos han de
entenderse como un primer acercamiento a la
fenomenología del juego en este grupo poblacional,
pero los mismos nos reflejan un nivel de
problemática importante con graves consecuencias
sociales, familiares y de salud para las interesadas.
Máxime si consideramos que las estimaciones
realizadas sobre el impacto de las adicciones
en el entorno del adicto es de aproximadamente
10 personas afectadas, directa o indirectamente
por el juego (Ocho, Labrador, 1994).
Por otra parte, sería de suponer que en el caso
de la mujer exista un cierto reparo para reconocer
públicamente los niveles de problemática
con el juego y ello haga que queden subestimadas,
como grupo, en los estudios epidemiológicos
realizados hasta la fecha. Aquí, se destacaría
el papel que se puede realizar desde los servicios
de atención primaria para la detección de nuevos
casos de forma breve, cómoda y económica, al
disponerse de instrumentos en formato reducido
(4 ítems) que permiten, con bastante rigor, discriminar
a las jugadoras (Fernández-Montalvo,
Echeburúa, Báez, 1995).
A la vista de los resultados encontrados pensamos
en la necesaria atención que deben recibir
problemas como el que tratamos en municipios
pequeños o medianos, donde, por sus peculiares
características, la oferta de juegos es amplia. Así
mismo, veríamos conveniente el diseño de protocolos
de actuación dirigidos a grupos específicos,
que permita una asistencia global y generalizada
a todo el espectro de patologías que pudieran
asociarse al juego. Prestando especial atención
a la evaluación de éste en los centros específicos
de atención primaria, aprovechando la
demanda para otras patologías que sabemos
mantienen estrechas relaciones con la alteración
que tratamos; y existiendo instrumentos breves y
económicos (coste-tiempo) que discriminan
adecuadamente a los casos.
Por último, un problema como el juego patológico,
donde la incidencia en la adolescencia
es relevante, ha de entenderse en un proceso
temporal, que actualmente es creciente. Sólo así
se podrá comprender la importancia de las medidas
dirigidas a objetivos de prevención primaria;
teniendo como lugar de referencia el centro
escolar. Para todo ello se hacen necesario procesos
de evaluación que permitan conocer la evolución
temporal del fenómeno, la eficacia y eficiencia
de las medidas adoptadas.


Referencias
American Psychiatric Association (1980). Diagnostic and Stadistical

Manual of Mental Disorders. (3rd.ed.).Washintong DC: APA.

American Psychiatric Association (1987). Diagnostic and Stadistical

Manual of Mental Disorders. (3rd.ed.R). Washintong
DC:APA.

American Psychiatric Association (1995). Diagnostic and Stadistical

Manual of Mental Disorders. (IV).Washintong DC:
APA.

Arbinaga, F.(1996). El juego patológico en estudiantes menores
de 18 años: incidencia, uso de drogas y variables
asociadas. Adicciones, 8 (3), 331-348.

Arbinaga, F. (2000, en prensa). Juego con apuestas y juego patológico
en el municipio de Punta Umbría: Estudio descriptivo.
Ayuntamiento de Punta Umbría (Huelva).

Asarnow, J.R. y Carlson, G. (1985): The depression selfrating
scale: Utility with child psychiatric inpatients.

Journal of Consulting and Clinical Psychology, 53, 491-499.

Beck, A.T.., Rush, A.J., Shaw, B.F., Emery, G. (1979) Cognitive

Therapy of Depression. New York: Guilford Press

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