El humanismo y la educación

El humanismo considera a los actores educativos, profesores y estudiantes como personas, por lo tanto, invita a realizar prácticas escolares humanas, en donde no impere la violencia (física, sexual, psicológica, ni social), la discriminación, la intolerancia ni el autoritarismo, porque éstas no permiten el desarrollo humano de los alumnos. En caso contrario, la escuela se orientaría hacia el fracaso de los estudiantes en los aspectos académicos y sociales. El humanismo es un antídoto a la crisis educativa y a la miseria pedagógica de los docentes. La educación humanista puede enfrentar las crecientes tensiones raciales y evitar las guerras; puede preparar para la toma de conciencia ante un mundo acelerado y consumista.

El humanismo ofrece modelos educativos para el desarrollo significativo de la persona; para el desarrollo de la libertad y de la responsabilidad; para el desarrollo moral y psicosocial; para el desarrollo de la identidad, del autoconcepto y la clarifación de valores y, entre otros, ofrece modelos para el desarrollo de habilidades de apertura y sensibilidad hacia los demás para mejorar las relaciones interpersonales. El humanismo propone un doble reto, que los profesores dejen de imponer su cultura y sus valores y, que el sistema educativo deje de ser rígido y burocrático.