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Causas centrales de vértigo
Aunque la mayoría de los casos de vértigo se atribuyen a trastornos
periféricos (sobre todo vestibulares), los síntomas de desorientación pueden tener su origen en el tronco encefálico, el
cerebelo o la corteza cerebral. El vértigo por disfunción central se
acompaña casi siempre de algún otro síntoma de trastorno
neurológico central, como sensación de dolor, hormigueo o entumecimiento
en la cara o las extremidades, dificultad para hablar
o tragar, cefaleas, alteraciones visuales y pérdida del control
motor o de la consciencia. Las causas centrales más comunes de
vértigo son los trastornos del aporte sanguíneo al cerebro (desde
migrañas a ictus), epilepsia, esclerosis múltiple, alcoholismo y,
ocasionalmente, tumores. El vértigo y el desequilibrio pasajeros
son un efecto secundario potencial de una amplia serie de
fármacos, incluidos analgésicos de uso muy común, anticonceptivos
y fármacos empleados en el control de las enfermedades
cardiovasculares, la diabetes y la enfermedad de Parkinson y,
sobre todo, de los medicamentos de acción central como estimulantes,
sedantes, antiepilépticos, antidepresivos y tranquilizantes
(Ballantyne y Ajodhia 1984).
Diagnóstico y tratamiento
Todos los casos de vértigo requieren atención médica para
asegurar la detección y el tratamiento adecuado de todos los
procesos peligrosos (relativamente raros) que pueden causarlo.
Para mejorar los síntomas del vértigo agudo a corto plazo pueden
administrarse medicamentos y, rara vez, debe realizarse una
intervención quirúrgica. Sin embargo, si la causa del vértigo es un
trastorno vestibular, los síntomas suelen desaparecer con el
tiempo, al adaptarse los integradores centrales al patrón alterado
de aferencias vestibulares, de la misma forma que los marineros
continuamente expuestos al movimiento de las olas adquieren de
forma gradual sus “piernas de marinero”. Para que esto ocurra,
es esencial continuar realizando movimientos vigorosos que estimulen
el sistema del equilibrio, aunque estos causen al principio
molestias y sensación de vértigo. Como los síntomas del vértigo
son muy molestos y provocan miedo a los pacientes, a veces
conviene aplicar fisioterapia y ofrecer apoyo psicológico para
contrarrestar la tendencia natural a restringir las actividades
(Beyts 1987; Yardley 1994).
Vértigo en el lugar del trabajo
Factores de riesgo
El vértigo y la desorientación, que pueden cronificarse, son
síntomas comunes en los trabajadores expuestos a los disolventes
orgánicos; además, la exposición prolongada puede provocar
signos objetivos de disfunción del sistema del equilibrio
(p. ej., control reflejo vestibuloocular anormal), incluso en
personas que no sufren síntomas subjetivos de vértigo (Gyntelberg
y cols. 1986; Möller y cols. 1990). Los cambios de presión en
los vuelos o la inmersión pueden producir una lesión del órgano
vestibular asociada a vértigo y pérdida de audición súbita, que
deben tratarse de forma inmediata (Head 1984). Existe alguna
evidencia de que la pérdida de audición inducida por el ruido
puede acompañarse de lesión en los órganos vestibulares
(van Dijk 1986). Las personas que trabajan durante períodos
prolongados con pantallas de ordenador refieren a veces vértigo;
la causa de este trastorno no está clara, aunque puede relacionarse
con una combinación de rigidez de nuca y percepción de
estímulos visuales en movimiento.
Dificultades laborales
Los ataques inesperados de vértigo, como sucede en la enfermedad
de Menière, pueden causar problemas en las personas que
trabajan en altura, conducen, manejan maquinaria peligrosa o
son responsables de la seguridad de otras personas. Un efecto
común de la disfunción del sistema del equilibrio que puede dificultar
los viajes es el aumento de la sensibilidad a la cinetosis.
Conclusión
El equilibrio se mantiene por un sistema multisensorial complejo,
por lo que una amplia variedad de trastornos pueden provocar
desorientación y desequilibrio, sobre todo cualquier proceso que
afecte al sistema vestibular o a la integración central de la información
perceptiva para la orientación. Si no existe una lesión
neurológica central, la flexibilidad del sistema del equilibro
permitirá habitualmente que el individuo se adapte a las causas
periféricas de desorientación, ya sean trastornos del oído interno
que alteren la función vestibular o circunstancias ambientales
causantes de cinetosis. Sin embargo, los ataques de vértigo suelen
ser impredecibles, alarmantes y discapacitantes, por lo que puede
ser necesario realizar rehabilitación para restaurar la confianza y
mejorar la función del equilibrio.
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