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Conducta y Enfermedad

Distinción entre enfermedad y trastorno 

Desde una perspectiva médica, ya recogió Barondess (1979) el reto de incorporar la distinción enfermedad / trastorno (y que ha terminado por transformarse en la diferenciación enfermedad vs conducta de enfermedad), planteado desde una perspectiva de sociología de la salud por Mechanic (1966, 1972), Kleinman (1975) y Kleinman, Eisenberg y Good (1978), desde bastante antes de que la psicología de la salud abordase el asunto. El planteamiento de Barondess afirma que la medicina como ciencia y profesión se vio "obligada" a centrarse en las consideraciones patogénicas y en el conocimiento y análisis de los órganos y sistemas celulares, y en la comprensión de los mecanismos moleculares y submoleculares para lograr la conquista del control de las enfermedades. 

Esto trajo como consecuencia un abandono o minusvaloración de otros asuntos confluentes , que vuelven a ponerse sobre el tapete por la consideración de las dos realidades, representada una por el concepto de trastorno o alteración como "evento biológico caracterizado por cambios anatómicos, fisiológicos o bioquímicos o por alguna combinación de los mismos" y que significa "una ruptura en la estructura y/o función de una o más partes del sistema corporal (...) debido a una variedad de causas y pudiendo persistir, avanzar o regresar de una variedad de mecanismos, y pudiendo ser o no clínicamente aparente". Y representada la otra por el concepto de enfermedad o malestar, tenido por "un fenómeno humano, no biológico, consistente en un conjunto de incomodidades y dislocamientos psicosociales resultantes de la interacción de una persona con su ambiente".


Esta distinción de los de los conceptos de enfermedad y de trastorno terminó por imponerse como concepto central en psicología de la salud relativamente pronto (p. ej. Barondess, 1979; Fedoravicius, 1980; Halman, 1985; Lipkin, 1981; Wooley, Blackwell y Winget, 1978), y algunos autores (p. ej. Cott, 1986) han señalado que tal distinción ofrece una serie de avances y mejoras en el conocimiento y comprensión del fenómeno de la enfermedad y su tratamiento, en tanto que proporcionan: a) un marco conceptual y una definición operacional precisa que permite la integración de las ciencias médicas y de la conducta, así como la aplicación práctica, al ámbito de la enfermedad, del conocimiento desarrollado en la psicología. b) una fórmula y un conjunto formal de procedimientos para la intervención interdisciplinaria y el manejo clínico de casos completos. c) una oportunidad para la "desmedicalización", al separa las cuestiones médicas de las no médicas en los problemas de salud, y delinear los casos en los que una intervención clínica resulta indicada de aquellos para los que resulta indicada una intervención conductual. d) Un marco para la comunicación efectiva entre los profesionales de varias disciplinas, así como entre los profesionales de la salud y los propios implicados en el problema de salud (pacientes, familiares, instituciones, etc.).

 Por lo tanto, el concepto de trastorno o alteración debe ser entendido bien como alguna disfunción del organismo que altera sus funciones o las impide en algún grado, bien como la presencia en el organismo de algún elemento extraño que provoca la ocurrencia de un conjunto de respuestas del mismo a su presencia. Por el contrario, el concepto de enfermedad debe ser entendido como la respuesta global del organismo a la presencia del trastorno. La enfermedad, por tanto, debe verse como un comportamiento resultante de una compleja interacción entre variables, entre las cuales están el trastorno o alteración, las variables ambientales o contexto (internas y externas = familiares, sociales, culturales, etc.) y las variables que el individuo porta como tal (su experiencia al respecto, sus creencias, su esquema de valores, su sensibilidad a unas u otras contingencias, su capacidad de discriminación, etc.). Conceptos que relacionan conducta y enfermedad La distinción entre enfermedad y trastorno ha dado lugar a numerosos conceptos mediante los cuales se ha intentado operacionalizar ambos descriptores con mayor o menor fortuna, que se describen a continuación.

Conceptos de dolor psicogénico y conducta de dolor El concepto de dolor psicogénico es aplicable a los casos en los que las exploraciones diagnósticas no encuentran relaciones convincentes entre el dolor que la persona informa y la presencia de daños corporales o condiciones estimulares nocivas (Fordyce, 1976). Un sentido en el uso del dolor psicogénico se refiere a las ocasiones en que una persona manifiesta conducta de dolor que no está en consonancia con la estimulación presente, de tal modo que la discrepancia es achacada a algún tipo de personalidad subyacente, problema motivacional o alteración psíquica. El concepto de dolor, por su parte, debe ser entendido sólo por eso, un comportamiento cuyas variables de control pueden ser biológicas, psicológicas o una combinación de ambas, pero cuya existencia para el paciente que lo muestra es tan real como en uno como en otro caso. 

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