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Procesos psicosociales en la Teoría de la justificación del sistema

 La Teoría de la justificación del sistema, propuesta por Jost y Banaji (1994) y sintetizada por Jost, Burgess y Mosso (2001), se enraiza en las investigaciones sobre la psicología de la justicia. Parte de una constatación: las personas prefieren creer que el sistema social al que pertenecen es justo, legítimo y justificable y se resisten a creer que es caprichoso, injusto o ilegítimo. Y esto sucede incluso en sistemas sociales que generan grandes desigualdades, como el sistema industrial capitalista. Para quienes pertenecen a grupos social o económicamente privilegiados, aceptar que el sistema social está estructurado de manera justa, que recompensa a quienes se han esforzado y han adquirido méritos, y que castiga a los que no lo han hecho, es compatible con dos deseos humanos básicos:

 • Creer que uno mismo es una persona valiosa y con mérito.
 • Creer que el propio grupo es valioso y respetable. La situación es muy diferente para los miembros de grupos social o económicamente desfavorecidos. Para ellos, aceptar la justicia y legitimidad del sistema social (lo que Jost y colaboradores denominan "justificación del sistema") es claramente incompatible con: 
• Los motivos para el enaltecimiento de la autoestima (justificación del ego). 
• El enaltecimiento del estatus del propio grupo (justificación del grupo). En efecto, para quienes se encuentran en una situación de desventaja social o económica, pensar que el sistema es legítimo equivale a tener que admitir que su propia situación de desventaja es achacable a déficits del yo o del grupo al que pertenecen. En cambio, cuando alguien, en esa situación, cree que él o su grupo merecen una estima elevada, la conclusión es que el sistema es ilegítimo y le quita lo que le corresponde en justicia.



Por tanto, la teoría de la justificación del sistema propone que la situación a la que se enfrentan los miembros de grupos sociales desfavorecidos es potencialmente conflictiva y propicia el desajuste entre el yo, el grupo y el sistema. El concepto de crisis de legitimación se refiere, precisamente, a las numerosas situaciones en que la persona debe afrontar necesidades que son contradictorias entre sí, y muy especialmente: • La necesidad de sentirse valiosa, justificada y legitimada como actor individual (justificación del ego). • La necesidad de formar parte de grupos que ella y los demás consideran valiosos y legítimos (justificación del propio grupo). • La necesidad de sentir que el sistema existente de ordenamiento social es justo, legítimo y justificable (justificación del sistema). La teoría pretende establecer conexiones explícitas entre: • Procesos individuales: los estados cognitivos y emocionales de las personas individuales. • Procesos de carácter grupal: la dinámica de las relaciones dentro de los grupos, y entre estos dos procesos (individuales y grupales). • Procesos macrosociales: las condiciones impuestas por las exigencias materiales e ideológicas del sistema global. La teoría desarrolla estas conexiones a través de varias fases. Primera fase En ella se intentaba demostrar que una visión peyorativa del propio grupo, unida a un favoritismo o sesgo hacia el exogrupo, es algo que ocurre en el mundo real (no sólo en el laboratorio psicosocial). La importancia de esta demostración reside en que, para los miembros de grupos de bajo estatus, esta visión peyorativa del propio grupo y el sesgo favorable hacia el exogrupo contradice de forma directa la justificación del ego y la justificación del grupo, dos motivos bien documentados en Psicología social. El ejemplo de investigación propuesto por Jost y cols. (2001) es la interiorización de la inferioridad en los italianos del Sur. Estos, al menos durante un siglo, han ocupado una posición de menor éxito social y económico que los del Norte (véase Capozza, Bonaldo y DiMaggio, 1982). El examen de los resultados de una encuesta en la que participaron dos mil personas de toda Italia (Schizzerotto, Peri, Sniderman y Piazza, 1994) permite comprobar que los italianos del Sur han aceptado, hasta cierto punto, su estatus inferior. Jost, Mosso, Rubini y Guermandi (2000) usaron los datos de esta encuesta para investigar las hipótesis de la justificación del sistema en estos grupos que difieren en estatus; es decir, en los italianos del Norte y del Sur. El análisis de los datos de la encuesta permite llegar a la conclusión de que los italianos del Norte presentan elevados niveles de favoritismo endogrupal, ya que se muestran convencidos de ser superiores a los del Sur en una serie de rasgos (más honestos, más cumplidores de la ley, menos violentos y menos perezosos, entre otros). Los italianos del Sur coinciden con las evaluaciones de los italianos del Norte y exhiben favoritismo exogrupal; es decir, evalúan más favorablemente a los del Norte (véase Jost, Mosso, Rubini y Guermandi, 2000). Segunda fase Es una fase crucial en el desarrollo de la Teoría de la justificación del sistema, ya que en ella se trata de demostrar, precisamente, que las personas manifiestan estereotipos y prejuicios porque estos les sirven para defender y prestar apoyo al mantenimiento del sistema social en el que viven. Jost y cols. (2001) proponen como investigación representativa de esta segunda fase el estudio realizado por Jost, Mosso, Rubini y Guermandi (2000) en una ciudad estadounidense. El objeto del estudio eran los estereotipos sobre los estadounidenses del Norte y del Sur, dos grupos que difieren en estatus de forma muy parecida a los italianos del Norte y del Sur. Los participantes en el estudio, al evaluar a los estadounidenses del Norte y del Sur en una serie de rasgos, los estereotipaban de la forma siguiente: • Los del Norte son más competitivos, productivos, activos, eficientes, dominantes, responsables, ambiciosos y egoístas que los del Sur. • Los del Sur son más religiosos, amigables, tradicionales, alegres, emocionales y honestos que los del Norte. A los participantes se les pedía, además, que respondiesen a tres preguntas sobre las diferencias socioeconómicas y de estatus entre los estadounidenses del Sur y del Norte, en concreto, tenían que evaluar: • La magnitud de las diferencias. • La legitimidad de las diferencias. • La probabilidad de cambio de esas diferencias en el futuro. La mitad de los participantes respondía a estas preguntas antes de la tarea estereotipadora (la evaluación de los estadounidenses del Norte y del Sur en una serie de rasgos) y la otra mitad después. Se encontró que la magnitud de las diferencias y su legitimidad eran mayores, y que la probabilidad de cambio era menor, en los participantes que respondían a estas preguntas después de la tarea estereotipadora que en los participantes que respondían antes de realizar dicha tarea. Ello se interpreta como una prueba de que los estereotipos sirven para legitimar las diferencias de estatus entre grupos. Es decir, el simple hecho de pensar acerca de los estereotipos de los dos grupos intensificó las percepciones de la legitimidad y la estabilidad de la desigualdad social, lo que constituye una prueba directa de que la estereotipia genera una función de legitimación o justificación en apoyo del sistema social. Tercera fase Tiene como objetivo el análisis de los conflictos y el vaivén de los motivos de justificación del grupo y del sistema. Ya se ha visto que en los miembros de grupos de alto estatus, estos dos motivos son consistentes y complementarios, pero que no sucede lo mismo con los miembros de grupos de estatus bajo, donde son mutuamente contradictorios y entran en conflicto entre sí. Por ello, en estos grupos de estatus bajo, habrá ambivalencia a la hora de evaluar al endogrupo y esta ambivalencia será mucho mayor que en los grupos de alto estatus. La ambivalencia actitudinal es importante en el planteamiento de Jost y colaboradores porque es el resultado de la combinación de elementos positivos y negativos frente a un mismo objeto de actitud. Es una evidencia clara a favor de la falta de consistencia y de complementariedad entre los dos motivos que interesan a estos autores. Lo que se pronostica es que, en grupos importantes para la persona, cuando los motivos de justificación del sistema adquieren mayor fuerza, la ambivalencia hacia el endogrupo: • aumentará en los miembros de grupos de estatus bajo; • disminuirá en los miembros de grupos de alto estatus.











Varios de los procesos estudiados en la Teoría de la identidad social y en la Teoría de la justificación del sistema son de distinta naturaleza. Algunos son estrictamente individuales, es el caso de la "motivación de la persona para evaluarse a sí misma de forma positiva" en la Teoría de la identidad social y de la "creencia de que uno mismo es una persona valiosa y con mérito" en la Teoría de la justificación del sistema. Otros procesos son de carácter macrosocial, como el contexto social en la primera de las teorías y las diferencias de estatus entre los grupos en la segunda. También se ha visto que hay procesos de naturaleza grupal. Las dos teorías expuestas en este apartado necesitan establecer relaciones entre procesos de distinta naturaleza para poder llegar al análisis en profundidad del proceso en el que están particularmente interesadas, la "identidad social" en la primera de las teorías, y la "justificación del sistema" en la segunda. En ambos casos se trata de procesos complejos; es decir, procesos en los que se entrecruzan otros muchos, algunos de los cuales son de distinta naturaleza. Vale la pena señalar que las dos teorías se ajustan a la definición de G.W. Allport, ya que, aunque su contenido es muy diferente, las dos se centran en cómo la presencia de otras personas (por ejemplo, los miembros del propio grupo y de los otros grupos, en el caso de la Teoría de la identidad social), influye en la conducta (búsqueda de identidad social positiva) de las personas (en este caso, los miembros del propio grupo.

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