El cerebro se compone del tronco del encéfalo y
de los hemisferios cerebrales.
El tronco del cerebro se divide en el cerebro caudal (rombo
encéfalo y médula oblongata), cerebro medio
(mesencéfalo)y un cerebro intermedio justo antes de los
hemisferios cerebrales llamado diencéfalo. La médula
oblongata y el romboencéfalo son, en cierto modo, una
extensión de la médula espinal, que contiene una serie de
redes neuronales implicadas en el control de funciones
vitales tales como la respiración y la presión sanguínea. La
actividad de algunas de estas redes neuronales controla
estas funciones. El cerebelo, situado en el techo del
romboencéfalo, tiene un papel fundamental en el control y
coordinación de los movimientos (ver capítulos sobre
Movimiento y Dislexia).
El mesencéfalo contiene varios grupos de neuronas, cada
uno de ellos utiliza predominantemente un tipo específico de
mensajero químico (neurotransmisor), que se proyecta a los
hemisferios cerebrales. Se cree que estos grupos
neuronales del mesencéfalo controlan la actividad de las
neuronas en los centros superiores del cerebro.
El cerebro humano en vista dorsal, ventral y lateral.
Mediando las funciones del sueño, la atención y la recompensa se encuentra el
diencéfalo. Éste se divide en dos áreas diferentes llamadas tálamo y hipotálamo.
El tálamo funciona como un área de relevo por donde pasan los impulsos de
todos los sistemas sensoriales que se dirigen a la corteza cerebral, quien a su
vez vuelve a mandar mensajes de vuelta al tálamo. Este fenómeno de ida y
vuelta es un aspecto intrigante dentro de las conexiones que se establecen en el
cerebro, ya que la información no solo viaja en un sentido sino en ambos. El
hipotálamo controla funciones tales como comer y beber y también regula la
liberación de las hormonas implicadas en las funciones sexuales.
Los hemisferios cerebrales –telencéfalo- están formados fundamentalmente por
dos partes, el núcleo que consiste en los ganglios basales y una lámina extensa
aunque fina que los rodea y que, formada por múltiples neuronas compone la
sustancia gris de la corteza cerebral. Los ganglios basales juegan un papel muy
importante en la iniciación y coordinación de los movimientos (ver capítulo 7
sobre los Movimientos). La corteza cerebral se encuentra empaquetada en un
reducido espacio entre los ganglios basales y el cráneo, por lo cual se pliega y
forma numerosas invaginaciones, lo que le permite incrementar su superficie y
por tanto, el número de neuronas comprendidas en ella. Realmente sería
imposible sin tal complejidad. Este tejido cortical compone la región más
altamente desarrollada del cerebro humano (es cuatro veces mayor que la
corteza cerebral de los gorilas). La corteza cerebral se divide en un gran número
de discretas áreas, que se diferencian unas de otras por las diferentes capas que
la componen, así como sus conexiones. Las funciones de muchas de estas
áreas están claramente definidas y se conocen, como por ejemplo: las áreas
visuales, auditivas, olfativas, motoras y las sensoriales que reciben información
de la piel (también conocidas como somatosensoriales). Las vías que van desde
los receptores sensoriales a corteza y de corteza a los músculos cruzan de un
lado al otro del cerebro; por lo que los movimientos del lado derecho del cuerpo
están controlados por el lado izquierdo de la corteza y viceversa. Del mismo
modo, la parte izquierda del cuerpo manda información sensorial al lado derecho
de la corteza, por ejemplo, los sonidos percibidos por el oído izquierdo van
fundamentalmente a la corteza del hemisferio derecho. No obstante, las cortezas
de ambos hemisferios no trabajan de manera aislada sino que están conectadas
por un tracto de fibras grueso y largo conocido como el cuerpo calloso.
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