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Tacto y piel




Todo comienza en la piel

Dentro de la dermis de la piel, por debajo de la superficie, se

encuentran inmersos diferentes tipos de pequeños 

receptores. Estos receptores reciben el nombre de los 

científicos que los identificaron por primera vez al 

microscopio, corpúsculos de Pacinian y Meissner, discos de 

Merkel y los terminales del organo de Ruffini

identifican/sienten diferentes aspectos del tacto. Todos estos 

receptores tienen canales iónicos que se abren en respuesta 

a una deformación mecánica, creando potenciales de acción 

que se pueden registrar experimentalmente por medio de 

electrodos muy finos. Algunos experimentos sorprendentes 

fueron realizados hace ya algunos años por ciertos científicos 

que experimentaron sobre ellos mismos, insertando 

electrodos en su propia piel y registrando la actividad de 

determinados nervios sensoriales. Gracias a estos 

experimentos y a algunos experimentos parecidos en 

animales anestesiados sabemos que, los dos primeros tipos 

de receptores se adaptan rápidamente y responden


mucho mejor a deformaciones rápidas (sentido de la vibración u 

agitación). Los discos de Merkel responden mejor a 

deformaciones duraderas de la piel (sentido de la presión), 

mientras que los terminales del órgano de Ruffini responden 

mejor a deformaciones lentas.

Un concepto muy importante con respecto a los receptores 

somatosensoriales es su campo de recepción. Éste equivale al 

área concreta de la piel donde cada receptor responde 

individualmente. Los corpúsculos de Pacinian tienen campos de 

recepción mayores que los de los corpúsculos de Meissner. 

Éstos y otros receptores son los que aseguran que vosotros 

podáis sentir las cosas por todo vuestro cuerpo. Una vez que 

detectan un estímulo, los receptores envían diferentes impulsos a 

través de los nervios sensoriales que van a las raíces dorsales 

de la médula espinal. Los axones que conectan los receptores 

del tacto con la médula espinal son fibras mielinizadas de gran 

longitud que transmiten la información desde la periferia hacia la 

corteza cerebral, muy rápidamente. El frío, el calor y el dolor son 

detectados por axones finos con terminales "desnudos" (sin 

mielina), que transmiten la información más lentamente. Los 

receptores de cambios de temperatura también muestran 

adaptación (ver la ventana del experimento). En la médula y en 

el tálamo existen estaciones de relevo, para el tacto, antes de 

llegar al área sensorial primaria dentro de la corteza cerebral 

llamada corteza somatosensorial. Los nervios cruzan la línea 

media de manera que el lado derecho del cuerpo está

representado en el hemisferio izquierdo y el izquierdo en el 

derecho.





La información recibida por el cuerpo es sistemáticamente 

representada en la corteza somatosensorial formando una 

representación de la superficie corporal. Algunas partes del 

cuerpo, tales como las yemas de los dedos y la boca tiene una 

gran cantidad de receptores y, por tanto, una gran cantidad de 

nervios sensoriales. Otras zonas como la espalda tienen menos 

receptores y menos nervios.



Sin embargo, dentro de la corteza somatosensorial la densidad de

neuronas es uniforme. Por consiguiente, la representación de la

superficie corporal en la corteza está distorsionada. Esta 

representación se denomina el homúnculo sensorial y 

representaría que una persona, curiosamente, distorsiona con sus

receptores del tacto distribuidos de una manera homogénea a lo

largo de la superficie corporal.

Vosotros podéis comprobar esta diferencia de sensibilidad 

realizando el test de discriminación de dos puntos. Coged un clip 

de papel y deformadlo hasta que adopte una forma de U, algunos 

con los extremos separados por 2-3 cm. y otros con ellos más 

próximos. Luego con un antifaz puesto, le pedís a un amigo que os 

toque diferentes partes del cuerpo con ellos. ¿Sentís sólo un 

extremo o los dos? ¿Alguna vez sentís un extremo cuando 

realmente estáis siendo tocados por dos? ¿Por qué?

neuronas motoras, que se continua a todos los niveles en el 

sistema somatosensorial. Las cortezas primarias sensoriales y 

motoras se encuentran situadas la una junto a la otra. 

La exploración activa es fundamental para el tacto. Imagínate 

que estás intentando determinar las diferencias que existen 

entre distintos papeles de lija. ¿Qué condiciones son las que 

nos permitirán diferenciarlos mejor?

● ¿Situar las yemas de vuestros dedos sobre las muestras?

● ¿Situar y recorrer con las yemas de vuestros dedos las 

muestras?

● O ¿Utilizar una máquina que os pase las diferentes muestras 

sobre las yemas de vuestros dedos?

Este tipo de experimentos nos ayudan a determinar en que 

región del cerebro se analiza la información sensorial. La toma 

de imágenes funcionales del cerebro nos indica que la 

identificación de las distintas texturas de los objetos se realiza 

en distintas áreas de la corteza. La toma de imágenes del 

cerebro nos está empezando a elucidar los fenómenos de 

plasticidad cortical, revelándonos que la representación del 

cuerpo en la corteza somatosensorial es variable dependiendo 

del tipo de experiencia. Por ejemplo, los invidentes poseen una

representación cortical del dedo índice que us

an para la lectura del Braille mucho mayor, así como los 

músicos que tocan instrumentos de cuerda tienen una mayor 

representación de los dedos de la mano izquierda.

El homúnculo. La imagen de una persona está dibujada a 

lo largo de la corteza somatosensorial de manera 

proporcional al número de receptores que existen en esa 

parte del cuerpo. Tiene una forma muy distorsionada.

Un poder de discriminación 

exquisito

La capacidad de distinguir pequeños detalles varía mucho 

dependiendo de la parte del cuerpo y está mucho más desarrollada 

en las yemas de los dedos y en los labios. La piel es tan sensitiva 

que sería capaz de determinar las dimensiones de un punto de 

menos de 1/100 parte de milímetro de altura, siempre y cuando lo 

tocara de la misma forma que un persona invidente leyendo 

Braille. Un área de investigación muy importante se dedica a 

estudiar como los diferentes tipos de receptores contribuyen a las 

diferentes tareas que permiten discriminar entre texturas e 

identificar la forma de los objetos.

El tacto no es un sentido pasivo que responde sólo a lo que recibe 

sino que, también está implicado en el control activo del 

movimiento. Las neuronas de la corteza motora que controlan los 

músculos del brazo y que son responsables del movimiento de los 

dedos reciben impulsos sensoriales de los receptores del tacto,

situados en la yema de los dedos. ¿Qué mejor forma de detectar y 

reconocer un objeto en la palma de vuestra mano, gracias a la 

rápida comunicación entre los sistemas sensoriales y motores? La

comunicación entre el sistema sensorial y motor se inicia a nivel de 

la médula espinal e implica una comunicación recíproca con las 

Dolor

Aunque el dolor se considera muchas veces como un sentido 

adicional de la piel, constituye en realidad un sistema con 

funciones y organización anatómica totalmente diferentes. Su 

mayor característica es que es un sentido que aporta 

sensaciones desagradables que varía dependiendo de la 

persona y que, sorprendentemente, sus receptores proveen 

una información limitada sobre la naturaleza del estímulo b (las 

diferencias entre el dolor que sentimos por una quemadura o un 

pinchazo de aguja son mínimas). Los antiguos griegos 

consideraban el dolor como una emoción y no como una 

sensación.

El registro de fibras sensoriales individuales nos ha revelado la 

existencia de respuestas que solamente indican la posibilidad 

de un daño tisular, como por ejemplo, un estímulo mecánico 

intenso (un pellizco), una quemadura o distintos estímulos 

químicos. No obstante, este tipo de experimentos no nos 

aporta ninguna información referente a las sensaciones del 

individuo.

Las técnicas actuales de biología molecular nos han revelado la 

estructura y características de diferentes nociceptores. Dentro 

de los nociceptores se encuentran receptores que responden a 

temperaturas superiores a 46 ̊ C, acidez e incluso responden, 

de manera sorprendente, al componente activo de las 

guindillas. Los genes de los receptores que responden a 

intensas estimulaciones mecánicas todavía no se conocen 

pero, evidentemente, están ahí. Existen dos tipos de fibras 

aferentes nerviosas que responden al dolor: unas mielinizadas 

relativamente rápidas llamadas fibras Ad y unas finas, lentas y 

no mielinizadas llamadas fibras C. los dos tipos de fibras llegan 

a la médula espinal donde establecen contacto (sinapsis) con 

un tipo de células, que a su vez, se proyectan a la corteza 

cerebral. Esta proyección la realizan a través de las vías 

paralelas ascendentes, una que localiza el dolor (parecida a la

del tacto) y la otra que se ocupa del aspecto emocional del 

dolor.




Esta segunda vía proyecta a zonas muy diferentes de la corteza

somatosensorial, que incluyen la corteza cingulada anterior así

como la corteza insular. En experimentos de proyeccion de 

imagen cerebral realizados por medio de hipnosis, se ha podido 

diferenciar la sensación de dolor de la sensación de desagrado al 

dolor.

Los sujetos sumergen las manos en agua extremadamente 

caliente y por medio de la sugestión hipnótica se les hace sentir 

más o menos intensidad de dolor o desagrado al dolor. Utilizando 

tomografía por emisión de positrones, se ha descubierto que 

durante los cambios de intensidad en la sensación de dolor, se 

activa la corteza somatosensorial, mientras que durante los 

cambios en la sensación de desagrado al dolor se activa la 

corteza cingulada anterior.

¿Una vida sin dolor?

Dada nuestra necesidad de evitar cualquier fuente de dolor, 

como ir al dentista, os podríais imaginar que una vida sin dolor 

seria maravillosa. !Pero no! Ya que una de las funciones claves

del dolor es el permitirnos aprender a evitar las situaciones que 

nos causan dolor. Los acciones de potencial de los nervios 

nociceptivos entran por la médula espinal iniciando reflejos 

protectores, como el arco reflejo para evitar el dolor. También 

suministran la información necesaria que nos hace aprender 

como evitar situaciones amenazantes o peligrosas.

Otra de las funciones claves del dolor es el evitar la actividad

innecesaria, como por ejemplo, el descanso que después de 

habernos hecho un daño tisular nos permite curarlo. Por 

supuesto, en algunas situaciones, es fundamental que la 

actividad y las reacciones de escape no se inhiban. Para 

ayudarnos a controlar este tipo de situaciones se han 

desarrollado diferentes mecanismos fisiológicos que pueden 

suprimir o incrementar el dolor. El primero de estos mecanismos

moduladores en ser descubierto fue la liberación de analgésicos 

endógenos. En situaciones de posible dolor, como los soldados 

en batalla, la sensación de dolor puede suprimirse de manera 

notable, probablemente debido a la liberación de estas 

sustancias. Los experimentos en animales han demostrado que 

la estimulación eléctrica de ciertas regiones del cerebro tales 

como la sustancia gris acueductal, eleva el umbral de dolor y esto 

es mediado por una vía descendente que va desde el cerebro 

medio hasta la médula espinal.




Existen ciertos transmisores químicos implicados en la 

analgesia que incluyen los opiáceos endógenos como por 

ejemplo, la met-encefalina. El analgésico conocido como 

morfina actúa sobre los mismos receptores que ciertos 

opiáceos endógenos.

El fenómeno opuesto de aumento del dolor se llama 

hiperalgesia. En este caso se produce una reducción del 

umbral del dolor, un aumento de la intensidad del dolor y, 

a veces, un aumento del área en donde se siente el dolor 

o incluso dolor en ausencia de una estimulación dolorosa. 

Esto puede constituir un grave problema clínico. La 

hiperalgesia induce una sensibilización de los receptores 

periféricos así como una serie de procesos complejos a 

diferentes niveles de las vías ascendentes. Entre estos 

procesos se encuentra la interacción química entre 

excitación e inhibición. La hiperalgesia que se observa en 

estados de dolor crónico se debe fundamentalmente a un 

aumento de la excitación y una disminución de la 

inhibición. Esto se debe a cambios en la respuesta de las 

neuronas que procesan la información sensorial. También 

aparecen cambios importantes en los receptores que 

median la acción de los neurotransmisores implicados. A 

pesar de los grandes avances realizados en la 

comprensión de los mecanismos celulares de la 

hiperalgesia, el tratamiento clínico del dolor crónico sigue 

sin ser el adecuado.



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